BIBLIOTECA IES EL TANQUE

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miércoles, 28 de marzo de 2012

UN CUENTO CLÁSICO: EL PATITO FEO

Para los chicos y chicas que aun no saben apreciar tooooda su belleza interior y exterior.

Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos. Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se congregaron ante el nido para verles por primera vez.Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de alborozo de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se había abierto.

Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis...La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feísimo y le apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían...
Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flacucho y desgarbado, además de bastante torpe el pobrecito. Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe.

El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.
Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. También se fue de aquí corriendo.

Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.
Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!

A lo que el patito respondió:
-¡No os burléis de mí!. Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberíais reír por eso...- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado. ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne! Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.


Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.

LUNA REIKI


«Un antropólogo que estudiaba los hábitos y costumbres de una tribu en África, y porque él siempre estaba rodeado de niños de la tribu, decidió hacer algo divertido entre ellos; consiguieron una buena cantidad de caramelos en la ciudad y los pusieron a todos en una canasta decorada con cinta y otros adornos, y luego dejaron la canasta debajo de un árbol. Luego llamó a los niños y propuso un juego: que cuando él dijese "ahora", ellos deberían correr hasta aquel árbol y el primero que llegase a la canasta sería el ganador, y tendría derecho a comerse todos los caramelos él solo.
Los niños fueron colocados en fila, esperando la señal acordada.
Cuando dijo "¡Ahora!" Inmediatamente todos los niños se tomaron de las manos y salieron corriendo juntos hacia la canasta. Llegaron juntos, y comenzaron a dividir los caramelos, y sentados en el suelo, los comieron felices.
El antropólogo fue a su encuentro y les preguntó indignado por qué habían ido todos juntos, si sólo uno pudo haber tenido toda la canasta.
Entonces, los niños respondieron:
–UBUNTU!!! Cómo uno de nosotros podría ser feliz si todos los otros estuviesen tristes?

UBUNTU significa: - "Yo soy porque nosotros somos!"»

jueves, 15 de marzo de 2012

LOS DOS AMIGOS











Cuenta una antigua leyenda africana que una vez existieron dos niños, Kimbo y Eshe, cuya amistad sería recordada para siempre. Pasaban juntos todo el día desde el amanecer hasta el ocaso. Disfrutaban de la naturaleza, de aprender y sobre todo de jugar.Tanto se apreciaban que prometieron compartir todo y protegerse mutuamente. Un día, sin que nadie lograra saber muy bien porqué, Kimbo cayó enfermo. Se sentía muy débil y pasaba el día acostado recibiendo los cuidados de su familia. Cada día que pasaba se sentía un poco más triste. Sobre todo echaba de menos salir a correr con su amigo. Por su parte Eshe se pasaba los días sentado en la puerta de la casa de Kimbo. La familia de Kimbo le explicó que no podía estar junto a él por si la enfermedad que tenía fuera contagiosa. Estaban realmente preocupados puesto que los cuidados que le ofrecían no parecían hacerle ningún efecto.Temían lo peor, que el destino viniera a buscarle y se lo llevara para siempre. Así se lo explicaron a Eshe.
Esto no le detuvo a la hora de pensar que debía hacer algo por su amigo, que formaba parte de su promesa y que ahora le necesitaba más que nunca. Habló con los más mayores de su poblado. Incluso recorrió algunos otros de los alrededores buscando remedios, ungüentos o nuevas medicinas. Nadie le dio la respuesta que buscaba, aunque todos reconocieron el valor y el compromiso de aquel pequeño. Eshe no se resignaba, si bien por momentos su ánimo estuvo a punto de desfallecer.
Un día Kimbo tuvo mucha fiebre y su familia empezó a perder la esperanza. Cuando Eshe lo
supo corrió y corrió a través de la sabana y llegó al lago donde Kimbo y él pasaban sus mejores ratos con la vana esperanza de encontrarlo allí como de costumbre. Sentado sobre unas rocas, con la respiración agitada, unas lágrimas pugnaban por salir de sus oscuros y enormes ojos. Quiso que este momento de debilidad pasara con rapidez y, como enfadado consigo mismo, se acercó al agua para enjuagárselas. Fue al agacharse y contemplar durante un instante su reflejo en el fondo del lago cuando todo empezó a cambiar. Ese reflejo, por momentos claro por momentos turbio, fue definitivo. Comenzó a correr con una furia desconocida incluso para él. Se podría haber dicho que parecía no tocar ni el suelo. A pesar de la evidente velocidad a la que se movía, Eshe sentía no llegar nunca hasta la casa de Kimbo. Era como si alguien se la estuviese alejando a cada zancada. Cuando por fin llegó contempló como la familia de Kimbo estaba abrazándose con una intensa tristeza. Quizá por eso nadie se percató de la llegada de Eshe y de este modo se coló en casa de Kimbo sin importarle las precauciones que le habían manifestado. Al llegar junto a su amigo se lo encontró sudoroso. Agotado pero sereno. Al verle, esbozó una sonrisa que iluminó su rostro. Eshe tomó su mano y la apretó con fuerza. Con toda la fuerza que su amistad era capaz de generar. Sin esperar mucho más le contó su plan. Le dijo que no consentiría que le alcanzara el destino y que para ello tenía una idea. Razonó que lo que el destino andaba buscando era un niño que estaba muy enfermo llamado Kimbo. Pues bien, a partir de ese momento Eshe y Kimbo intercambiarían sus nombres. Cuando el destino se encontrara con un niño enfermo llamado Eshe sabría que no era el que andaba buscando y pasaría de largo. Por su parte, el nuevo Kimbo se refugiaría en el lugar más seguro del mundo. Ese rincón del lago donde se sentían en la cima del mundo. Una vez la luna se hubiera retirado todo el peligro habría pasado. Una vez dicho esto los dos amigos se miraron a los ojos, se apretaron de nuevo las manos y asintieron dando por bueno su pacto.
Acto seguido Eshe, o el nuevo Kimbo, volvió a todo correr hacia el lago mientras comenzaba a anochecer.
La familia de Kimbo vio a Eshe correr desaforadamente y enseguida entraron a ver qué había ocurrido. “¿Kimbo cómo estás? ¿Qué le ha pasado a Eshe?” Él respondió que Kimbo se había marchado, que él se llamaba Eshe. Su familia pensó que debía estar peor de lo que pensaban y que confundía realidad y fantasía. Apenados pasaron junto a él casi toda la noche en vela hasta que el cansancio, por fin, les venció.
Aún hoy nadie sabe con seguridad lo que allí sucedió. Lo cierto es que con las primeras luces del nuevo día, el niño enfermo comenzó a despertar uno a uno y con mimo a sus familiares que dormían a su alrededor. Nadie entendía lo que estaba pasando. De hecho alguno pensó que aún no se había despertado y era un dulce sueño el que ahora parecía cobrar vida. Al comprobar su mejoría estallaron en abrazos y alegría. Eshe había pasado la noche al raso sin detenerse un instante y refugiándose de cada soplo de viento gritando “yo soy Kimbo”. Con los primeros rayos del amanecer decidió regresar a ver a su amigo y comprobar el resultado de su idea. Nada más verse se llamaron por sus nuevos nombres ante el desconcierto general. Después se fundieron en un prolongado abrazo. La amistad, el compromiso y la capacidad de ponerse en el lugar de otro, en este caso del más débil, había sido decisivo para burlar a un destino fatal. Esto les supuso una enorme enseñanza y si en algo estuvieron alguna vez todos de acuerdo fue en que esa lección no debía caer en el olvido.Todos tendríamos capacidad de ayudar a los que sufren y lo pasan mal si somos capaces de poner lo mejor que tenemos al servicio de la solidaridad.Todos podemos ser Kimbo, alguna vez.




¡Todos somos Kimbo!
El 20 de noviembre se celebra el Día Universal de la Infancia, un día para celebrar que todos los niños y niñas tienen derechos y también para recordar que aún hay muchos de ellos que están lejos de ver sus derechos cumplidos. Los centros enredados están invitados a poner en marcha actividades de movilización durante la semana del 20 de noviembre, para reclamar los derechos de Kimbo.¿Quién es Kimbo?Kimbo es el símbolo de todos los niños y niñas que, 21 años después de la puesta en vigor de la Convención sobre los Derechos del Niño, aún no tienen acceso a derechos como el agua potable, la protección frente a los abusos, la salud o la educación.











domingo, 4 de marzo de 2012

CUENTO DE LA SEMANA


CUENTO CLÁSICO

Érase una vez... que había un muchacho que heredó tres tesoros de su padre, cada uno de ellos en un arcón cerrado.

El primer arcón era grande y muy pesado. En él estaba la palabra escrita TALENTOS, y estaba llena de monedas de oro y plata, una fortuna con la que podía comprar el mundo.
El segundo aún era más grande y pesado. En él estaba grabada la palabra COMPASIÓN y estaba lleno de anillos mágicos. Cada anillo permitía a la persona que lo llevaba sentir las emociones de la persona o criatura que deseara.
El tercero era el mayor de los tres y también el más pesado. En él estaba escrita la palabra HONOR, pero el muchacho desconocía su contenido.

El chico tenía dos llaves, una para el arcón de los TALENTOS y otra para el de la COMPASIÓN. Pero su padre no le había dejado la llave del HONOR. Su padre le había dicho que debía usar los talentos y que la compasión era algo que siempre debía tener a mano y a plena disposición. El honor, le había dicho, es algo que suele desaprovecharse fácilmente. Para poseerlo, el muchacho debía encontrar por sí mismo la llave que abría el arcón.

El chico cogió el gran arcón de los talentos y lo gastó con cuidado.Por cada talento que gastaba recibía de un hombre el título de una parcela de tierra, y acabó poseyendo el mundo entero.

Después cogió el arcón más grande y pesado:el de la compasión. Uno tras otro se colocó todos los anillos en los dedos y pudo comprender las esperanzas y los temores de todas las personas y animales del mundo.Cuando hubo acabado, los amaba a todos y se convirtió en un gran gobernante.

Por último cogió el arcón del honor y buscó una llave para abrirlo.Donde quiera que fuese, ordenaba a sus sirvientes que llevaran todas las llaves que encontraran y que las probaran. Mucha gente lo instó a que rompiera el arcón y viera su contenido, pero el joven rechazó la sugerencia, porque la violencia no podía ser la llave del honor.Durante 10 años dio la vuelta al mundo sin encontrar la llave del honor.

- Alguien la esconde - pensaba -, pero la encontraré.

Volvió a salir de su mundo, llevándose con él el arcón de la compasión.Cuando alguien se acercaba para darle más llaves se ponía un anillo para ver si sus corazones escondían alguna llave especial que le permitiera abrir el arcón. Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el hombre, ya mayor, se negó. Volvió a viajar durante 20 años más, pero no consiguió encontrar la llave del arcón del honor.

- Poseo el mundo y los corazones de todos sus habitantes - pensaba -¿Cómo puede un hombre sin honor gobernar el mundo y sus corazones?

Volvió a salir al mundo, llevándose consigo también el arcón de los talentos, lleno de heroicidades.

- No he encontrado la llave del honor y no puedo gobernar este mundo ni los corazones de su gente si no tengo honor - dijo a sus servidores, entregando a cada uno de ellos una parcela de tierra y un anillo mágico.

Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el anciano se negaba constantemente. En los últimos 40 años había recorrido el mundo tres veces y ya era un hombre muy mayor.Ya sólo le quedaban tres arcones, dos de ellos vacíos y uno que no podía abrir.

- En una ocasión el mundo y toda la gente me pertenecieron. Ahora mis talentos han desaparecido, se me ha acabado la compasión y no tengo nada que dejarle a mi hijo, salvo este arcón que no puedo abrir.

Pero cuando tocó el arcón con la mano, éste se abrió y vio que en su interior había dos arcones cerrados. En uno estaba la palabra grabada TALENTOS, y en el otro COMPASIÓN, y cada uno tenía su llave puesta.

- Ahora lo entiendo -se dijo-. El honor no es algo que pueda gastarse o utilizarse, sino algo que hay que consevar.La clave del honor es conservarlo, siempre, y transmitírselo a tu hijo como herencia. ¡Cómo me alegro de no haberme cansado nunca de cargar con él y de no haberlo roto para conocer su contenido!

Con mucho cuidado sacó los arcones de los TALENTOS y de la COMPASIÓN fuera, y al cerrar el del honor, vació el arcón volvió a pesar lo mismo que cuando tenía los dos arcones en su interior. Entonces hizo llamar a su hijo.

- Hijo, yo ya soy muy mayor y me gustaría darte estos tres tesoros...

jueves, 1 de marzo de 2012

CUENTO DE LA SEMANA


El valiente jefe cobarde
Cuando el joven Nerino fue nombrado jefe de la tribu, todos esperaban que, tal y como era costumbre en la isla, dedicase sus esfuerzos a luchar contra la gran bestia del ojo de fuego, el malvado ser que los aterrorizaba desde hacía cientos de años. Nerino había prometido derrotar a la bestia, y aunque era un buen luchador, no parecía mejor que los que habían fracasado antes que él. Calculaban que no duraría mucho más de un año como jefe de la tribu. Era más o menos el tiempo que se tardaba en preparar y entrenar un grupo de guerreros para viajar hasta la cima del volcán, donde vivía el terrible enemigo. Una vez allí, sin importar lo valientes y fuertes que fueran, todos los del grupo eran aniquilados en unas pocas horas.

Pero no ocurrió nada. Nerino no preparó un ejército, ni entrenó más de lo habitual, ni inventó nuevas tácticas de lucha. Se limitó a cambiar el asentamiento de la tribu cuando en verano la bestia lanzaba sus más feroces ataques, inundando todo con el abrasador fuego de su ojo.

Todos le miraban con insistencia y preocupación. Le pedían que luchara, que hiciera algo, que fuera tan valiente y cumpliera con su destino como jefe, pero Nerino se limitaba a decir: “Venceré a la bestia, pero aún no es el momento”.

Así pasaron tantos años que Nerino se convirtió en un anciano. Y aunque le respetaban como jefe, pues su estrategia de ir cambiando de lugar en la isla había permitido salvar muchas vidas, todos le tenían por un cobarde.

Pero cuando ya nadie lo esperaba, Nerino preparó un grupo de guerreros. Lo hizo de pronto, sin avisar, una fría noche de invierno. La nieve, rara en aquella isla, cubría el suelo, y el grupo tuvo que marchar descalzo, con los pies helados, camino del volcán, a toda prisa. Junto a la cima del volcán encontraron la cueva de la bestia. Nerino entró decidido, mientras sus compañeros realizaban los rituales típicos de despedida y se disponían a morir...

Cuando entraron, el anciano estaba en pie junto a la bestia. Ésta estaba tendida en el suelo, hecha un ovillo, tamblando y gimiendo, al borde de la muerte. Nerino y sus guerreros no tuvieron problemas para apoderarse del ojo de fuego y encadenar fuertemente a la bestia.

De vuelta al campamento de la tribu, todos deseaban escuchar la aventura de Nerino y su combate con la bestia. Ni siquiera el bebé más pequeño faltaba cuando el jefe inició su relato:

- Jamás he pensado luchar con algo tan terrible, y hoy tampoco lo he hecho.” -dijo, creando un sentimiento de extrañeza y expectación. Y prosiguió
- ¿Ninguno os habíais fijado en que la bestia nunca atacaba en los peores días del invierno, y que después de alguna época especialmente fría, su fuego no era tan intenso, ni sus ataques tan temibles? Durante muchos años he estado esperando una nevada como la de hoy, pues lo que necesitábamos no eran guerreros, sino frío. Cuando llegamos al volcán, la bestia estaba tan débil que no pudo ni luchar. Por fin hemos acabado con siglos de luchas y muertes, y tenemos a la bestia y su ojo de fuego a nuestro servicio.

Todos aclamaron la sabiduría de su jefe, y más le felicitaban quienes más le habían criticado y despreciado por su supuesta cobardía. Y hasta el más impaciente de la tribu aprendió que, a veces, la paciencia puede llegar a ser mucho más útil que la acción, aunque tengas que ser tan valiente que permitas que te traten como un cobarde.