BIBLIOTECA IES EL TANQUE
sábado, 29 de diciembre de 2012
jueves, 29 de noviembre de 2012
CUENTO DE LA SEMANA
ANUNCIO
VIVA SAN ANDRÉS
jueves, 25 de octubre de 2012
jueves, 31 de mayo de 2012
NUEVA EXPOSICIÓN EN LA BIBLIOTECA: VIAJA A LA LUNA.
¡Construye un cohete accionado por burbujas!
Materiales:
- Papel normal de 216 por 279 mm (80gr.), como el papel para impresoras o incluso una hoja de cuaderno.
- Un recipiente plástico para rollos de película de 35 mm (consulta los siguientes consejos)
- Cinta adhesiva transparente
- Tijeras
- Una tableta antiácida efervescente (de las que se toman para el malestar estomacal)
- Toallas de papel
- Agua
- Protección para los ojos (como lentes, gafas oscuras o gafas de seguridad)
La tapa DEBE calzar en el INTERIOR del recipiente y no sobre la parte exterior del borde. A veces a las tiendas de fotografía les sobran recipientes y estarían felices de donarlos para una causa tan noble.
Construcción del cohete
Primero debes decidir cómo recortar el papel. Puedes recortarlo a lo ancho o a lo largo para hacer el cuerpo del cohete. No hay una sola forma correcta de hacer un cohete de papel. Prueba con un cohete largo y delgado, o uno corto y gordo. Prueba con una nariz en punta o plana. Prueba con alerones o sin alerones. ¡Experimenta!Ésta es sólo una idea de cómo podrías hacer todo el cohete con una sola hoja de papel:
Los pasos básicos son:
- Corta todas las piezas del cohete.
- Enrolla y pega con cinta un tubo de papel alrededor del recipiente para rollos de película. Consejo: Pega el final del papel al recipiente antes de comenzar a enrollar.¡Importante! Coloca el extremo con tapa del recipiente hacia abajo.
- Si deseas, puedes pegarle alerones al cuerpo del cohete.
- Enrolla el círculo (al cual se le ha cortado una cuña) para formar un cono y pégalo con cinta en la parte superior del cohete.
Despegue
- Colócate la protección para los ojos.
- Voltea el cohete y quita la tapa del recipiente.
- Llena un tercio del recipiente con agua.
- Coloca media tableta antiácida efervescente en el recipiente.
- Coloca firmemente la tapa del recipiente.
- Coloca el cohete en una plataforma de despegue, como la acera o la entrada de vehículos de tu casa.
- Retrocede y espera. ¡El cohete despegará!
Dr. Marc, ¿cómo funciona el cohete gaseoso?
domingo, 20 de mayo de 2012
NOTICIÓN
martes, 15 de mayo de 2012
El círculo 99
Un día el rey lo mandó a llamar.
Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto?
¿Qué secreto, Majestad?
¿Cuál es el secreto de tu alegría?
No hay ningún secreto, Alteza.
No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿por qué?
Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz?
Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-.. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...
Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y ,alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.
¿Por qué él es feliz?
Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.
¿Fuera del círculo?
Así es.
¿Y eso es lo que lo hace feliz?
No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz
Así es.
¿Y cómo salió?
¡Nunca entró!
¿Qué círculo es ese?
El círculo del 99.
Verdaderamente, no te entiendo nada -dijo el Rey-.
La única manera para que entiendas, sería mostrártelo en los hechos.
¿Cómo?
Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
Eso, ¡obliguémoslo a entrar!
No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
Entonces habrá que engañarlo.
No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el círculo.
¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
Si, se dará cuenta.
Entonces no entrará.
No lo podrá evitar.
¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
Sí Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99!
¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
Hasta la noche.
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste".
Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde detrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar.
El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la bolsa... Sus ojos no podían creer lo que veían. ¡Era una montaña de monedas de oro! El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar a la luz de la vela, las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y mientras sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60....hasta que formó la última pila: ¡9 monedas!
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. «No puede ser», pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.
Me robaron -gritó- ¡me robaron!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99". -99 monedas es mucho dinero- pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?
Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico.
Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. «Doce años es mucho tiempo», pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo!
Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender... vender... vender...
Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99...
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.
Nada me pasa, nada me pasa.
Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
domingo, 6 de mayo de 2012
MOMO, una novela emocionante
- No creo que seas mía -dijo Momo-. Más bien creo que alguien te habrá olvidado.
- ¿Ah, sí? -contestó Momo, y reflexionó-. No sé si tendré algo que te vaya bien. Pero espera, que te enseñaré mis cosas y podrás decir qué te gusta.
- Sí -dijo Momo-, ya lo sé. Pero querías escoger algo. Aquí tengo una bonita casa de caracol. ¿Te gusta?
- Te pertenezco -contestó la muñeca-. Por eso te envidian todos.
- Eso ya lo has dicho -dijo Momo-. Si no quieres ninguna de mis cosas, podríamos jugar, ¿vale?
- Quiero tener más cosas -repitió la muñeca.
- No tengo nada más -dijo Momo. Tomó la muñeca y volvió a salir al aire libre. Allí sentó a la perfecta Bebenín en el suelo y se colocó enfrente.
- Hola -dijo la muñeca-, soy Bebenín, la muñeca perfecta.
- Qué amable de venir a verme -contestó Momo-. ¿De dónde viene usted, señora mía?
- Te pertenezco -prosiguió Bebenín-, por eso te envidian todos.
- Escucha -dijo Momo-, así no podemos jugar, si siempre dices lo mismo.
- Quiero tener más cosas -contestó la muñeca, mientras pestañeaba.
jueves, 26 de abril de 2012
DALE UNA OPORTUNIDAD A...... "EL VIEJO Y EL MAR", de Ernest Heminway
El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical, estaban en sus mejillas. Estas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo, y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto. Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.
—Santiago —le dijo el muchacho trepando por la orilla desde donde quedaba varado el bote—. Yo podría volver con usted. Hemos hecho algún dinero.
El viejo había enseñado al muchacho a pescar, y el muchacho le tenía cariño.
—No —dijo el viejo—. Tú sales en un bote que tiene buena suerte. Sigue con ellos.(...)
—¿Qué es eso? —preguntó la mujer al camarero, y señaló al largo espinazo del gran pez, que ahora no era más que basura esperando a que se la llevara la marea.
—Tiburón —dijo el camarero—. Un tiburón.
Quería explicarle lo que había sucedido.
—No sabía que los tiburones tuvieran colas tan hermosas, tan bellamente formadas.
—Ni yo tampoco —dijo el hombre que la acompañaba.
Allá arriba, junto al camino, en su cabaña, el viejo dormía nuevamente. Todavía dormía de bruces y el muchacho estaba sentado a su lado contemplándolo. El viejo soñaba con los leones marinos.
FIN
miércoles, 11 de abril de 2012
EL LIBRO TOTAL
http://www.ellibrototal.com/ltotal
miércoles, 4 de abril de 2012
DALE UNA OPORTUNIDAD A.... EL PRINCIPITO
UN LIBRO QUE TE MARCARÁ PARA SIEMPRE
-¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear vínculos... "
-¿Crear vínculos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...
-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sól. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
(continuación)
...De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando eI día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.
miércoles, 28 de marzo de 2012
UN CUENTO CLÁSICO: EL PATITO FEO
Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento. Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis...La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feísimo y le apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían...
El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. También se fue de aquí corriendo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también. Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
-¡No os burléis de mí!. Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberíais reír por eso...- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado. ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne! Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.
jueves, 15 de marzo de 2012
LOS DOS AMIGOS
Esto no le detuvo a la hora de pensar que debía hacer algo por su amigo, que formaba parte de su promesa y que ahora le necesitaba más que nunca. Habló con los más mayores de su poblado. Incluso recorrió algunos otros de los alrededores buscando remedios, ungüentos o nuevas medicinas. Nadie le dio la respuesta que buscaba, aunque todos reconocieron el valor y el compromiso de aquel pequeño. Eshe no se resignaba, si bien por momentos su ánimo estuvo a punto de desfallecer.
Un día Kimbo tuvo mucha fiebre y su familia empezó a perder la esperanza. Cuando Eshe lo
supo corrió y corrió a través de la sabana y llegó al lago donde Kimbo y él pasaban sus mejores ratos con la vana esperanza de encontrarlo allí como de costumbre. Sentado sobre unas rocas, con la respiración agitada, unas lágrimas pugnaban por salir de sus oscuros y enormes ojos. Quiso que este momento de debilidad pasara con rapidez y, como enfadado consigo mismo, se acercó al agua para enjuagárselas. Fue al agacharse y contemplar durante un instante su reflejo en el fondo del lago cuando todo empezó a cambiar. Ese reflejo, por momentos claro por momentos turbio, fue definitivo. Comenzó a correr con una furia desconocida incluso para él. Se podría haber dicho que parecía no tocar ni el suelo. A pesar de la evidente velocidad a la que se movía, Eshe sentía no llegar nunca hasta la casa de Kimbo. Era como si alguien se la estuviese alejando a cada zancada. Cuando por fin llegó contempló como la familia de Kimbo estaba abrazándose con una intensa tristeza. Quizá por eso nadie se percató de la llegada de Eshe y de este modo se coló en casa de Kimbo sin importarle las precauciones que le habían manifestado. Al llegar junto a su amigo se lo encontró sudoroso. Agotado pero sereno. Al verle, esbozó una sonrisa que iluminó su rostro. Eshe tomó su mano y la apretó con fuerza. Con toda la fuerza que su amistad era capaz de generar. Sin esperar mucho más le contó su plan. Le dijo que no consentiría que le alcanzara el destino y que para ello tenía una idea. Razonó que lo que el destino andaba buscando era un niño que estaba muy enfermo llamado Kimbo. Pues bien, a partir de ese momento Eshe y Kimbo intercambiarían sus nombres. Cuando el destino se encontrara con un niño enfermo llamado Eshe sabría que no era el que andaba buscando y pasaría de largo. Por su parte, el nuevo Kimbo se refugiaría en el lugar más seguro del mundo. Ese rincón del lago donde se sentían en la cima del mundo. Una vez la luna se hubiera retirado todo el peligro habría pasado. Una vez dicho esto los dos amigos se miraron a los ojos, se apretaron de nuevo las manos y asintieron dando por bueno su pacto.
Acto seguido Eshe, o el nuevo Kimbo, volvió a todo correr hacia el lago mientras comenzaba a anochecer.
La familia de Kimbo vio a Eshe correr desaforadamente y enseguida entraron a ver qué había ocurrido. “¿Kimbo cómo estás? ¿Qué le ha pasado a Eshe?” Él respondió que Kimbo se había marchado, que él se llamaba Eshe. Su familia pensó que debía estar peor de lo que pensaban y que confundía realidad y fantasía. Apenados pasaron junto a él casi toda la noche en vela hasta que el cansancio, por fin, les venció.
Aún hoy nadie sabe con seguridad lo que allí sucedió. Lo cierto es que con las primeras luces del nuevo día, el niño enfermo comenzó a despertar uno a uno y con mimo a sus familiares que dormían a su alrededor. Nadie entendía lo que estaba pasando. De hecho alguno pensó que aún no se había despertado y era un dulce sueño el que ahora parecía cobrar vida. Al comprobar su mejoría estallaron en abrazos y alegría. Eshe había pasado la noche al raso sin detenerse un instante y refugiándose de cada soplo de viento gritando “yo soy Kimbo”. Con los primeros rayos del amanecer decidió regresar a ver a su amigo y comprobar el resultado de su idea. Nada más verse se llamaron por sus nuevos nombres ante el desconcierto general. Después se fundieron en un prolongado abrazo. La amistad, el compromiso y la capacidad de ponerse en el lugar de otro, en este caso del más débil, había sido decisivo para burlar a un destino fatal. Esto les supuso una enorme enseñanza y si en algo estuvieron alguna vez todos de acuerdo fue en que esa lección no debía caer en el olvido.Todos tendríamos capacidad de ayudar a los que sufren y lo pasan mal si somos capaces de poner lo mejor que tenemos al servicio de la solidaridad.Todos podemos ser Kimbo, alguna vez.
El 20 de noviembre se celebra el Día Universal de la Infancia, un día para celebrar que todos los niños y niñas tienen derechos y también para recordar que aún hay muchos de ellos que están lejos de ver sus derechos cumplidos. Los centros enredados están invitados a poner en marcha actividades de movilización durante la semana del 20 de noviembre, para reclamar los derechos de Kimbo.¿Quién es Kimbo?Kimbo es el símbolo de todos los niños y niñas que, 21 años después de la puesta en vigor de la Convención sobre los Derechos del Niño, aún no tienen acceso a derechos como el agua potable, la protección frente a los abusos, la salud o la educación.
domingo, 4 de marzo de 2012
CUENTO DE LA SEMANA
CUENTO CLÁSICO
Érase una vez... que había un muchacho que heredó tres tesoros de su padre, cada uno de ellos en un arcón cerrado.
El primer arcón era grande y muy pesado. En él estaba la palabra escrita TALENTOS, y estaba llena de monedas de oro y plata, una fortuna con la que podía comprar el mundo.
El segundo aún era más grande y pesado. En él estaba grabada la palabra COMPASIÓN y estaba lleno de anillos mágicos. Cada anillo permitía a la persona que lo llevaba sentir las emociones de la persona o criatura que deseara.
El tercero era el mayor de los tres y también el más pesado. En él estaba escrita la palabra HONOR, pero el muchacho desconocía su contenido.
El chico tenía dos llaves, una para el arcón de los TALENTOS y otra para el de la COMPASIÓN. Pero su padre no le había dejado la llave del HONOR. Su padre le había dicho que debía usar los talentos y que la compasión era algo que siempre debía tener a mano y a plena disposición. El honor, le había dicho, es algo que suele desaprovecharse fácilmente. Para poseerlo, el muchacho debía encontrar por sí mismo la llave que abría el arcón.
El chico cogió el gran arcón de los talentos y lo gastó con cuidado.Por cada talento que gastaba recibía de un hombre el título de una parcela de tierra, y acabó poseyendo el mundo entero.
Después cogió el arcón más grande y pesado:el de la compasión. Uno tras otro se colocó todos los anillos en los dedos y pudo comprender las esperanzas y los temores de todas las personas y animales del mundo.Cuando hubo acabado, los amaba a todos y se convirtió en un gran gobernante.
Por último cogió el arcón del honor y buscó una llave para abrirlo.Donde quiera que fuese, ordenaba a sus sirvientes que llevaran todas las llaves que encontraran y que las probaran. Mucha gente lo instó a que rompiera el arcón y viera su contenido, pero el joven rechazó la sugerencia, porque la violencia no podía ser la llave del honor.Durante 10 años dio la vuelta al mundo sin encontrar la llave del honor.
- Alguien la esconde - pensaba -, pero la encontraré.
Volvió a salir de su mundo, llevándose con él el arcón de la compasión.Cuando alguien se acercaba para darle más llaves se ponía un anillo para ver si sus corazones escondían alguna llave especial que le permitiera abrir el arcón. Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el hombre, ya mayor, se negó. Volvió a viajar durante 20 años más, pero no consiguió encontrar la llave del arcón del honor.
- Poseo el mundo y los corazones de todos sus habitantes - pensaba -¿Cómo puede un hombre sin honor gobernar el mundo y sus corazones?
Volvió a salir al mundo, llevándose consigo también el arcón de los talentos, lleno de heroicidades.
- No he encontrado la llave del honor y no puedo gobernar este mundo ni los corazones de su gente si no tengo honor - dijo a sus servidores, entregando a cada uno de ellos una parcela de tierra y un anillo mágico.
Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el anciano se negaba constantemente. En los últimos 40 años había recorrido el mundo tres veces y ya era un hombre muy mayor.Ya sólo le quedaban tres arcones, dos de ellos vacíos y uno que no podía abrir.
- En una ocasión el mundo y toda la gente me pertenecieron. Ahora mis talentos han desaparecido, se me ha acabado la compasión y no tengo nada que dejarle a mi hijo, salvo este arcón que no puedo abrir.
Pero cuando tocó el arcón con la mano, éste se abrió y vio que en su interior había dos arcones cerrados. En uno estaba la palabra grabada TALENTOS, y en el otro COMPASIÓN, y cada uno tenía su llave puesta.
- Ahora lo entiendo -se dijo-. El honor no es algo que pueda gastarse o utilizarse, sino algo que hay que consevar.La clave del honor es conservarlo, siempre, y transmitírselo a tu hijo como herencia. ¡Cómo me alegro de no haberme cansado nunca de cargar con él y de no haberlo roto para conocer su contenido!
Con mucho cuidado sacó los arcones de los TALENTOS y de la COMPASIÓN fuera, y al cerrar el del honor, vació el arcón volvió a pesar lo mismo que cuando tenía los dos arcones en su interior. Entonces hizo llamar a su hijo.
- Hijo, yo ya soy muy mayor y me gustaría darte estos tres tesoros...
jueves, 1 de marzo de 2012
CUENTO DE LA SEMANA
El valiente jefe cobarde
Cuando el joven Nerino fue nombrado jefe de la tribu, todos esperaban que, tal y como era costumbre en la isla, dedicase sus esfuerzos a luchar contra la gran bestia del ojo de fuego, el malvado ser que los aterrorizaba desde hacía cientos de años. Nerino había prometido derrotar a la bestia, y aunque era un buen luchador, no parecía mejor que los que habían fracasado antes que él. Calculaban que no duraría mucho más de un año como jefe de la tribu. Era más o menos el tiempo que se tardaba en preparar y entrenar un grupo de guerreros para viajar hasta la cima del volcán, donde vivía el terrible enemigo. Una vez allí, sin importar lo valientes y fuertes que fueran, todos los del grupo eran aniquilados en unas pocas horas.
Pero no ocurrió nada. Nerino no preparó un ejército, ni entrenó más de lo habitual, ni inventó nuevas tácticas de lucha. Se limitó a cambiar el asentamiento de la tribu cuando en verano la bestia lanzaba sus más feroces ataques, inundando todo con el abrasador fuego de su ojo.
Todos le miraban con insistencia y preocupación. Le pedían que luchara, que hiciera algo, que fuera tan valiente y cumpliera con su destino como jefe, pero Nerino se limitaba a decir: “Venceré a la bestia, pero aún no es el momento”.
Así pasaron tantos años que Nerino se convirtió en un anciano. Y aunque le respetaban como jefe, pues su estrategia de ir cambiando de lugar en la isla había permitido salvar muchas vidas, todos le tenían por un cobarde.
Pero cuando ya nadie lo esperaba, Nerino preparó un grupo de guerreros. Lo hizo de pronto, sin avisar, una fría noche de invierno. La nieve, rara en aquella isla, cubría el suelo, y el grupo tuvo que marchar descalzo, con los pies helados, camino del volcán, a toda prisa. Junto a la cima del volcán encontraron la cueva de la bestia. Nerino entró decidido, mientras sus compañeros realizaban los rituales típicos de despedida y se disponían a morir...
Cuando entraron, el anciano estaba en pie junto a la bestia. Ésta estaba tendida en el suelo, hecha un ovillo, tamblando y gimiendo, al borde de la muerte. Nerino y sus guerreros no tuvieron problemas para apoderarse del ojo de fuego y encadenar fuertemente a la bestia.
De vuelta al campamento de la tribu, todos deseaban escuchar la aventura de Nerino y su combate con la bestia. Ni siquiera el bebé más pequeño faltaba cuando el jefe inició su relato:
- Jamás he pensado luchar con algo tan terrible, y hoy tampoco lo he hecho.” -dijo, creando un sentimiento de extrañeza y expectación. Y prosiguió
- ¿Ninguno os habíais fijado en que la bestia nunca atacaba en los peores días del invierno, y que después de alguna época especialmente fría, su fuego no era tan intenso, ni sus ataques tan temibles? Durante muchos años he estado esperando una nevada como la de hoy, pues lo que necesitábamos no eran guerreros, sino frío. Cuando llegamos al volcán, la bestia estaba tan débil que no pudo ni luchar. Por fin hemos acabado con siglos de luchas y muertes, y tenemos a la bestia y su ojo de fuego a nuestro servicio.
Todos aclamaron la sabiduría de su jefe, y más le felicitaban quienes más le habían criticado y despreciado por su supuesta cobardía. Y hasta el más impaciente de la tribu aprendió que, a veces, la paciencia puede llegar a ser mucho más útil que la acción, aunque tengas que ser tan valiente que permitas que te traten como un cobarde.
miércoles, 8 de febrero de 2012
UNA PÁGINA WAPÍSIMA
Sí que te gusta leer (pero igual no lo sabes) es una página genial en la que tú eres el protagonista. Nada más registrarte (solo con tu edad y género) te conviertes en la estrella de una historia que tú mismo vas escogiendo.
http://www.siquetegustaleer.org/
Por ejemplo, tienes malas notas y tus padres deciden trasladarte, dónde irás al pueblito de tu tía o a un internado???? Depende de tu elección para que vivas unas u otras aventuras.
Por si fuera poco cuenta con link, blogs y concursos.
martes, 31 de enero de 2012
jueves, 26 de enero de 2012
BRODEK, el dragón del día y la noche
Llegó el día. El joven dragón Brodek tendría que elegir su bando, y convertirse en un dragón de la noche o en un dragón de la luz. Ambos grupos, enemigos naturales, se odiaban a muerte, y cada dragón, al llegar su tiempo, tenía que escoger uno de los bandos y formar parte de su ejército.
Casi todos se decidían siendo aún pequeños, y se entrenaban durante años, antes del cambio definitivo. Pero Brodek no lo tenía claro. Y ya no le quedaba tiempo. Al amanecer, sus alas se cubrirían con el azul de la noche o el dorado del sol, y permanecerían así para siempre, y todo su ser odiaría al sol o a la luna sin poderlo remediar. Era el precio del mágico y funesto don de escupir fuego.
Por eso Brodek había ido a pensar al bosque, donde esperaba encontrar una respuesta. Pero allí, sentado, en el silencio de la noche, no había respuestas. Sólo una luna llena blanca y preciosa, con pálidos brillos de plata. Y el viento en las hojas de los árboles, más suave y frío que de constumbre, como despidiéndose del joven dragón. Y la noche, una noche profunda llena de estrellas lejanas... Por nada del mundo quería Brodek convertirse en un dragón de la luz para odiar toda esa maravilla, y sintió cómo sus alas comenzaban a teñirse lentamente con el color de la noche.
Pero la noche fue perdiendo fuerza para dar paso a las primeras luces del alba. Era ese uno de los momentos favoritos del dragón, y disfrutó de los tonos rosados del cielo, del suave calor del primer rayo de sol en la cara, de los brillos de cristal y fuego en las aguas y de la alegría que despertaban en el bosque los primeros cantos de los pajarillos... No, tampoco quería ser un dragón de la noche para odiar tantísima belleza.
Y antes de que las lágrimas inundaran sus ojos, antes incluso de saber cuál era el color definitivo de sus alas, Brodek voló hasta la laguna, se sumergió cuanto pudo en ella para calmar su sed de paz, y voló hacia el cielo, tan alto como pudo, como tratando de escapar de la injusta tierra y de su cruel destino. Y cuando estuvo tan lejos que el frío le impedía mover las alas, abrió la boca para soltar su gran llamarada, como queriendo gastarla completamente, o no haberla tenido nunca.
Pero en lugar de fuego, de su boca surgió una finísima capa de escarcha que cubrió los campos, como si su deseo de paz y el agua de la laguna hubieran obrado un milagro. Y sólo entonces descubrió que no sería un dragón de la noche, ni un dragón de la luz, pues una de sus alas pertenecía a la luna, y la otra la sol.
Y cada cierto tiempo, Brodek vuelve a decorar los campos con su mágico aliento escarchado, como queriendo recordar al mundo que no es necesario elegir entre el día y la noche cuando no se sabe odiar.
lunes, 9 de enero de 2012
Cuento de la semana: LOS MALOS VECINOS
Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó:
- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!
Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.