BIBLIOTECA IES EL TANQUE

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jueves, 15 de marzo de 2012

LOS DOS AMIGOS











Cuenta una antigua leyenda africana que una vez existieron dos niños, Kimbo y Eshe, cuya amistad sería recordada para siempre. Pasaban juntos todo el día desde el amanecer hasta el ocaso. Disfrutaban de la naturaleza, de aprender y sobre todo de jugar.Tanto se apreciaban que prometieron compartir todo y protegerse mutuamente. Un día, sin que nadie lograra saber muy bien porqué, Kimbo cayó enfermo. Se sentía muy débil y pasaba el día acostado recibiendo los cuidados de su familia. Cada día que pasaba se sentía un poco más triste. Sobre todo echaba de menos salir a correr con su amigo. Por su parte Eshe se pasaba los días sentado en la puerta de la casa de Kimbo. La familia de Kimbo le explicó que no podía estar junto a él por si la enfermedad que tenía fuera contagiosa. Estaban realmente preocupados puesto que los cuidados que le ofrecían no parecían hacerle ningún efecto.Temían lo peor, que el destino viniera a buscarle y se lo llevara para siempre. Así se lo explicaron a Eshe.
Esto no le detuvo a la hora de pensar que debía hacer algo por su amigo, que formaba parte de su promesa y que ahora le necesitaba más que nunca. Habló con los más mayores de su poblado. Incluso recorrió algunos otros de los alrededores buscando remedios, ungüentos o nuevas medicinas. Nadie le dio la respuesta que buscaba, aunque todos reconocieron el valor y el compromiso de aquel pequeño. Eshe no se resignaba, si bien por momentos su ánimo estuvo a punto de desfallecer.
Un día Kimbo tuvo mucha fiebre y su familia empezó a perder la esperanza. Cuando Eshe lo
supo corrió y corrió a través de la sabana y llegó al lago donde Kimbo y él pasaban sus mejores ratos con la vana esperanza de encontrarlo allí como de costumbre. Sentado sobre unas rocas, con la respiración agitada, unas lágrimas pugnaban por salir de sus oscuros y enormes ojos. Quiso que este momento de debilidad pasara con rapidez y, como enfadado consigo mismo, se acercó al agua para enjuagárselas. Fue al agacharse y contemplar durante un instante su reflejo en el fondo del lago cuando todo empezó a cambiar. Ese reflejo, por momentos claro por momentos turbio, fue definitivo. Comenzó a correr con una furia desconocida incluso para él. Se podría haber dicho que parecía no tocar ni el suelo. A pesar de la evidente velocidad a la que se movía, Eshe sentía no llegar nunca hasta la casa de Kimbo. Era como si alguien se la estuviese alejando a cada zancada. Cuando por fin llegó contempló como la familia de Kimbo estaba abrazándose con una intensa tristeza. Quizá por eso nadie se percató de la llegada de Eshe y de este modo se coló en casa de Kimbo sin importarle las precauciones que le habían manifestado. Al llegar junto a su amigo se lo encontró sudoroso. Agotado pero sereno. Al verle, esbozó una sonrisa que iluminó su rostro. Eshe tomó su mano y la apretó con fuerza. Con toda la fuerza que su amistad era capaz de generar. Sin esperar mucho más le contó su plan. Le dijo que no consentiría que le alcanzara el destino y que para ello tenía una idea. Razonó que lo que el destino andaba buscando era un niño que estaba muy enfermo llamado Kimbo. Pues bien, a partir de ese momento Eshe y Kimbo intercambiarían sus nombres. Cuando el destino se encontrara con un niño enfermo llamado Eshe sabría que no era el que andaba buscando y pasaría de largo. Por su parte, el nuevo Kimbo se refugiaría en el lugar más seguro del mundo. Ese rincón del lago donde se sentían en la cima del mundo. Una vez la luna se hubiera retirado todo el peligro habría pasado. Una vez dicho esto los dos amigos se miraron a los ojos, se apretaron de nuevo las manos y asintieron dando por bueno su pacto.
Acto seguido Eshe, o el nuevo Kimbo, volvió a todo correr hacia el lago mientras comenzaba a anochecer.
La familia de Kimbo vio a Eshe correr desaforadamente y enseguida entraron a ver qué había ocurrido. “¿Kimbo cómo estás? ¿Qué le ha pasado a Eshe?” Él respondió que Kimbo se había marchado, que él se llamaba Eshe. Su familia pensó que debía estar peor de lo que pensaban y que confundía realidad y fantasía. Apenados pasaron junto a él casi toda la noche en vela hasta que el cansancio, por fin, les venció.
Aún hoy nadie sabe con seguridad lo que allí sucedió. Lo cierto es que con las primeras luces del nuevo día, el niño enfermo comenzó a despertar uno a uno y con mimo a sus familiares que dormían a su alrededor. Nadie entendía lo que estaba pasando. De hecho alguno pensó que aún no se había despertado y era un dulce sueño el que ahora parecía cobrar vida. Al comprobar su mejoría estallaron en abrazos y alegría. Eshe había pasado la noche al raso sin detenerse un instante y refugiándose de cada soplo de viento gritando “yo soy Kimbo”. Con los primeros rayos del amanecer decidió regresar a ver a su amigo y comprobar el resultado de su idea. Nada más verse se llamaron por sus nuevos nombres ante el desconcierto general. Después se fundieron en un prolongado abrazo. La amistad, el compromiso y la capacidad de ponerse en el lugar de otro, en este caso del más débil, había sido decisivo para burlar a un destino fatal. Esto les supuso una enorme enseñanza y si en algo estuvieron alguna vez todos de acuerdo fue en que esa lección no debía caer en el olvido.Todos tendríamos capacidad de ayudar a los que sufren y lo pasan mal si somos capaces de poner lo mejor que tenemos al servicio de la solidaridad.Todos podemos ser Kimbo, alguna vez.




¡Todos somos Kimbo!
El 20 de noviembre se celebra el Día Universal de la Infancia, un día para celebrar que todos los niños y niñas tienen derechos y también para recordar que aún hay muchos de ellos que están lejos de ver sus derechos cumplidos. Los centros enredados están invitados a poner en marcha actividades de movilización durante la semana del 20 de noviembre, para reclamar los derechos de Kimbo.¿Quién es Kimbo?Kimbo es el símbolo de todos los niños y niñas que, 21 años después de la puesta en vigor de la Convención sobre los Derechos del Niño, aún no tienen acceso a derechos como el agua potable, la protección frente a los abusos, la salud o la educación.











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